martes, 2 de febrero de 2010

«Nunca antes habíamos tenido que descartar pacientes en una catástrofe»


Es un hombre que, pese a vivir en los medios, no duda en criticarlos. Tampoco a esas grandes empresas «intocables». Por sus ojos han pasado conflictos en los Balcanes, Bosnia, Sierra Leona, Liberia y también Sudamérica. Y todo sin un contrato, porque «nunca hay uno que garantice libertad absoluta». Sólo El Correo intentó fichar a Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959), que pasó esta semana por ABC.

Gerva tiene palos para muchos. Esa misma noche criticaría en CNN+ a la clase política y a un país que es la sexta potencia en venta de armas. Por la tarde hizo lo propio con Repsol y sus intereses en Guatemala, Endesa, Telefónica y Prisa por Colombia, el «impresentable» Pedro Piqueras por su teatro en Haití…



Es fotógrafo y periodista, pero no «de guerra». Al menos no hasta dentro de veinte años, si sigue yendo donde haya conflictos. Los amigos muertos merecen respeto.

Sin contratos que le garantizasen un sueldo a fin de mes, Gervasio se pasó diecisiete veranos trabajando de camarero. Y alguna vez veía cómo su cliente leía el reportaje que el camarero que le llevaba la consumición había escrito. «Eso te da humildad». Entre tanto iba a parte de las guerras, que no terminan hasta que se superan sus consecuencias. A Gervasio no le gusta la sangre, sus fotos no van de eso. Le interesa más la posguerra, cómo los civiles la sobrellevan. Como las mujeres de Sarajevo, que durante el cerco vestían sus mejores galas para ir a buscar agua. Y ha tenido tentaciones, como la de ir a Haití desde Colombia el 12 de enero. En este país, del que acaba de llegar, estaba trabajando con unas mujeres a las que les iban a devolver los cuerpos de sus seres queridos, enterrados hace dos décadas. El lunes, vuelve a Chile.

Tampoco es amigo de la tecnología. De los ordenadores dice que ahorran tiempo y dinero –como las 250000 pesetas que cuenta le costaron a Armada enviar una crónica por satélite en Bosnia–, pero no ayudan a la reflexión.

Aunque algunos de sus colegas lo han necesitado, Gervasio dice que su mejor psicólogo son los seguimientos, como Vidas Minadas o Sarajevo, donde volvió a hacer las fotos desde el mismo punto donde las hizo 12 años antes –tanto había cambiado el mundo que ni La Meca estaba en el mismo sitio–.

En su trabajo le gusta estar cerca de las víctimas, porque hay que sentir su dolor para contar la guerra con decencia. A veces, son combatientes, civiles, incapaces de explicar por qué guerrean. Gervasio Sánchez avisa: si vives de verdad la guerra, el valor te amarrará y algo de ti morirá para siempre.

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