lunes, 18 de enero de 2010

Imprevisión previsible



El hombre es el único animal capaz de tropezar dos veces en la misma piedra. El español, además, puede hacerlo tantas veces como se encuentre con la dichosa piedra. Este fin de semana la península vivió un nuevo caos a causa de la nieve. En el norte, con hasta treinta centímetros de nieve, las incidencias justas; la dificultad obvia para circular sobre superficie de hielo, caídas múltiples y el empleo de mucho más tiempo del habitual para los desplazamientos. Madrid es caso aparte. Cinco centímetros de nieve la noche del domingo bastaron para colapsar la comunidad y todo lo que tuviera relación con ella.


Sólo un ejemplo, si me lo permiten. Vuelo 0445 de Iberia Bilbao-Madrid, previsto para las 20.45 de esa noche. Va lleno, el siguiente ha sido cancelado. A las 21.30, la última información dice que habrá al menos veinticinco minutos más de retraso. Oficialmente, nada más hasta la llamada a embarque, a las 23.30. Gracias a la curiosidad se sabe que el avión debe llegar primero desde Madrid, donde hay problemas para retirar la nieve –los cinco centímetros– de la pista y deshelar. Pero tampoco avisa nadie de que a las 22.00 –hora a la que sale un vuelo de otra compañía de la capital vizcaína hacia la española– ya había salido el avión del 0445.

La respuesta del gobierno sí ha cambiado. Si otras veces se alude a las «causas excepcionales» para justificar la imprevisión –intentar justificarse ahora sería negar la evidencia–, esta vez dice Fomento que la actuación ha sido de las mejores de Europa. Mejor no pensar en qué pasaría si en Madrid hubiera diez centímetros en lugar de cinco–.

Gracias a la meteorología que sólo tenemos una nevada cada cierto tiempo al tiempo que no tenemos más nevadas. Los españoles no aprenden a esquivar la piedra aunque tenga nombre propio y se la encuentren cada cinco minutos. Y al día siguiente, a criticar a la administración, al gobierno en el caso del PP y a decir que falta previsión y que este equipo no está en absoluto preparado para afrontar situaciones como ésta. Pues claro que no están preparados, como no lo estaba cuando cayó la de navidad de 2004. Pero después de tanta falta de preparación, las críticas deberían empezar a dirigirse al ombligo de uno mismo. Las quejas contra la Administración no deberían ser ya válidas; habría que empezar a cuestionar la inteligencia humana.

A día de hoy, Barajas ha suspendido 274 vuelos, las clases se han suspendido en prácticamente todos los centros educativos de Madrid y mejor no calcular cuántas personas vieron sus planes trastocados por la «falta de previsión» del Gobierno –que no de ellos mismos–.

Que sí, que la Administración tiene mucha parte de culpa. También la tienen las compañías aéreas y terrestres de transporte por no saber atajar situaciones como ésta o al menos contar con medidas de protección pasiva de los futuros afectados. Pero ya es hora de ver también la viga en el ojo propio. Porque la falta de previsión ya es previsible.


PD: Esta entrada está reescrita y no aparecen sus comentarios, pero no han sido eliminados. 

1 comentario:

Anónimo dijo...
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